Todo el mundo fue muy simpático y los pintxos estaban deliciosos
Gernika es un pueblo precioso, tanto por parques, como por museos, por comida. La gente fue muy agradable en todo momento, ese dicho de que son secos en el norte no se cumplió ya que desde el primer momento en el que entramos en la oficina turística nos trataron genial. Todo el mundo fue muy simpático y los pintxos estaban deliciosos. No había mucha gente por las calles, cosa que hizo más relajante nuestro paso por la ciudad, sin estar tan aglomerada ni llena de turistas. Además, las vistas eran espectaculares y el pueblo estaba bastante limpio,un ambiente muy familiar. Aconsejo a todo aquel que