ありがとう 正樹さ (Gracias, Masaki)
Masaki-san, el dueño de este albergue, es su razón de ser. Teneís que conocerlo, dispuesto a ayudarte, a contarte la historia del espacio y a compartir contigo la botellita de sake que le trae su vecino para acompañar a la cena.
El albergue es pequeño y tranquilo, cabrán unas quince personas como mucho, está cerca de la estación y delante de un pequeño canal donde corre el agua y una calle en la que no hay tráfico.
Masaki me recibió con una propuesta curiosa: Iban a juntar cañas abiertas por la mitad, e iban a tirar noodles por ellas (cual canalón) para comer varios a lo largo de las cañas. Además, lo iban a retransmitir por internet. Bien, eso es la experiencia Guest House Pongyi. Conocer al dueño, a sus amigos y compartir comida, charla y actividades con ellos. A veces habían más amigos que huéspedes en la casa, pero siempre podías elegir entre estar con ellos o sólo.
El albergue es muy acogedor. En la época Edo, la casita era una tienda/almacén de kimonos. Masaki la reformó, pero conservando su esencia, y notas que las estancias y el tatami tienen su historia, pero todo está en perfecto estado. Hay habitaciones para parejas en la planta superior y, en la planta inferior, están los dormitorios, justo en lo que era el almacén de kimonos, que se ha habilitado para dormir (y se duerme muy bien)
Si os pasaís por ahí, saludadle de mi parte, ya que en el poco tiempo que pude estar (una noche) me aconsejó a la perfección para que pudiera aprovechar mi corta estancia en Kanazawa.