Fría piedra para un cielo azul
Buena idea tuvieron quienes allá por los años 40 decidieron levantar en lo alto de una colina la iglesia más famosa de Islandia. Primero porque de esta manera sería visible desde toda la ciudad y segundo porque llegaría a convertirse en uno de los símbolos de la misma.
De culto luterano, y con un nombre que quiere recordar al poeta islandés Hallgrimur Pétursson, de gran renombre por los himnos y odas que compuso, su silueta es inconfundible y constituye un edificio de culto a nivel internacional arquitectónicamente hablando. Tardó casi 34 años en construirse pero nunca se varió su diseño original, con reminiscencias art decó y al mismo tiempo un racionalismo rectilíneo que luchaba contra las florituras del primer estilo.