Una joya oculta
La iglesia de la Santísima Trinidad de York se esconde en una callecita céntrica, rodeada por uno de estos parques-cementerios tan típicos de las iglesias británicas en los que es común ver a los locales sentarse a comer su bocadllo a la hora del lunch.
La iglesia data del siglo XII, aunque la mayor parte de la arquitectura que se conserva es del XV. Pero lo que más llama la atención de esta bella iglesia no es tanto su arquitectura como la atmósfera que se respira en su interior, que permanece intacto, sin haber sido nunca restaurado, desde hace 200 años. Carece de luz artificial, la única que ilumina su mágico espacio, ocupado por bancos encerrados en una especie de cajas, de época georgiana, es la que entra através de sus vidrieras medievales. La entrada es gratuita, aunque se pide una donación.