Chic@s, hoy voy a echar por tierra uno...
Chic@s, hoy voy a echar por tierra uno de los principios que todo viajero de minube debe llevar a rajatabla. Y lo voy a hacer porque os hablaré de un sitio en el que nunca he estado. Entendedme, mi novia me lee habitualmente: Nunca estuve allí. Hoy os hablaré de ese antro de perversión y lujuria que es el Hooters que existe en el Downtown de Toronto.
Ya en serio, para aquell@s que no lo conozcan, se trata de un restaurante de esencia americana, con un aire retro de ‘american dinner’ donde destacan dos cosas:
La primera, las chicas. No sé por qué pero me ha sorprendido encontrar su entrada en Wikipedia. Aquí va la definición que ofrecen de la típica chica Hooters: ‘es una camarera o mesera empleada por la cadena de restaurantes Hooters. Son instantáneamente reconocibles por su uniforme compuesto de una camiseta blanca de algodón y spandex con el logo del búho de Hooters y la denominación de la ubicación del local en el frente, usando también shorts pequeños y anaranjados, estilo atleta o basquetbolista de los años ochentas’. En mi barrio, el restaurante en cuestión sería conocido como ‘(d)ónde las tías buenas’.
La segunda, sus alitas y pechugas. Las que sirven en el restaurante digo. La comida en Hooters también sobresale —no sé si por encima de cualquier otro atractivo—, como las Chicken Wings —las alitas— que vienen en presentaciones de 10, 20 y 50 piezas bañadas en cualquiera de las cinco diferentes salsas que van en orden ascendente según el nivel de picante: BBQ, MILD, MEDIUM, HOT y la 3 Mile Island, que advierten, es nuclear para los estómagos. Son muy baratas y por eso también son muy conocidas. Además, también tienes hamburguesas, ensaladas, sándwiches, etc. Como veis, para no haber estado, me lo sé muy bien.
Por cierto, no sólo existe este Hooters. Es una cadena que tiene franquicias en muchas ciudades, sobre todo americanas. Y olvidad lo que os dije: Debido a su oferta de comida y a que no suelen cerrar en las 24 horas del día —o casi—, acuden tanto hombres como mujeres a pasar un buen rato y comer algo al salir del trabajo o prepararse para más marcha. Lo de las chicas es verdad, existen, pero se han convertido más en una excusa que en otra cosa y, de verdad, ofrecen un servicio atento y profesional. Además, lo digo para valientes, suelen ser muy exigentes con el respeto: No pasan ni una.
Por último, casi se me olvida, son famosísimos ¡sus desayunos! Típicos, de estilo americano, y que levantan a un muerto, incluso si ese muerto ha conseguido beberse toda la cerveza que venden en Toronto en una noche de farra.