Una experiencia única
Guardo un gran recuerdo de mi estancia aquí y volveré algún día. La propietaria -Doña Margarida Guerra Junqueiro- es el alma de la casa. Recuerdo una cena "internacional" con personas de la República Checa, Nueva Zelanda, Portugal y España que tuvo lugar aquí. Parecía que uno estaba en su propia casa, pudimos compartir unos momentos en los que hablamos de lo divino y lo humano con ciudadanos de diferentes culturas y fue una de las veces en que se me hizo más patente que no hay fronteras entre la gente.
La casa es amplia y está en un bonito entorno cercana a los viñedos del Douro. Es un hotel muy tranquilo, ideal para descansar unos días alejados de las preocupaciones cotidianas.
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