Hotel con encanto en una de las mejores localizaciones de París
Si tengo que elegir entre las dos orillas del Sena, sin dudarlo me quedo con la izquierda. Sobre todo la elijo porque me transmite la idea de ciudad más provinciana, pequeña y abarcable que la orilla derecha y toda su magnificencia, sus palacios y sus grandes avenidas.
En esta orilla izquierda destacan dos barrios: St.Germaine y el Barrio Latino y aquí, en un lugar preferente se encuentra el Hôtel des Grands Hommes. Un hotel dedicado a los grandes hombres que se encuentran enterrados en el Panteón, que está justo enfrente.
Se sitúa en un edificio que ha servido para fines hoteleros desde hace muchos años y que exteriormente no difiere de tantas construcciones parisinas de cuatro plantas y buhardillas en mansarda. El interior del hotel no puede ser más acogedor y estar decorado con más gusto.
La recepción es pequeña y se sitúa a mano izquierda de un pequeño salón con toques de estilo imperio y colores sosegados. Las habitaciones son igualmente muy confortables, la nuestra era una triple con vistas al Panteón desde sus dos ventanales. Estaba entelada con la clásica "toile de jouy" estampada, con colores ocres discretos aunque algo agobiantes con su profusión decorativa.
La cama de matrimonio era muy amplia y cómoda, la de Javier pequeña y más parecía una chaise-longe habilitada como cama que otra cosa; como él tenía cinco años por entonces fue más que suficiente. Para alguien mayor dudo mucho que sirviera como lecho aceptable.
El baño, eso sí, era muy pequeño, con sanitarios de color rosa algo pasados de moda. Había bastantes armarios en el pasillo de entrada y a pesar de estar en pleno centro del Barrio Latino no podía ser más silenciosa por la noches, lo cual era de agradecer.
El desayuno, como en otros muchos hoteles del centro de París, se servía en en un sótano que fue antaño bodega. Era de tipo continental, con bollería reciente y muy crujiente, tostadas, zumo (envasado), café, cacao etc... Bastante correcto y con un precio no descabellado aunque muy cerca del hotel hay gran cantidad de cafeterías para desayunar bien y más barato.
En el exterior una placa nos recuerda que en este hotel inventó André Breton, el padre del Surrealismo, la escritura "automática". Un lugar, como veis, lleno de historia e historias que contar a los huéspedes que pasan por aquí.
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