Este encantador hotel se sustenta bajo...
Este encantador hotel se sustenta bajo los gruesos muros del antiguo convento de los Trinitarios de Hervás (Cáceres), construido en el siglo XVII y restaurado hace unos años por la Junta de Extremadura.
Lo primero que se respira es sosiego, una atmósfera propiciada por el grosor de los muros, la tenue luz que llega desde el claustro y el hilo musical que recorre las estancias comunes. Varias obras de arte y objetos religiosos cuelgan de las paredes intercalados con las serigrafías conmemorativas del Descubrimiento de América que encargó la Junta en el 92 y que son pieza común con el resto de hospederías. Hay un retablo de finales del XVI, una bonita serie de tapices, y la colección de pinturas vanguardistas.
La planta baja de la hospedería acoge la cafetería, el llamado claustro del agua y el restaurante –que guarda uno de los rincones más íntimos y luminosos en el espacio acristalado del otro claustro-. El del agua muestra parte del piso empedrado original gracias a la disposición de cristales en el suelo: El centro del claustro lo ocupa un estanque que hace del conjunto una zona perfecta para charlar, leer o relajarse.
Las 21 habitaciones se sitúan en la planta superior: Un ascensor o la escalera nos conduce hasta la parte alta del claustro, a cuyo alrededor se ordenan en silencio. Todas son muy amplias. Suelos de tarima, cálida iluminación, sistema hidromasaje en la bañera, comodidad y quietud.
En definitiva, un hotel perfecto para quienes busquen paz o un fin de semana íntimo o romántico.
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