Txema León
Una estancia genial en un pueblo perdido.
Tras una deliciosa cena en el Restaurante La Puerta del Arrobio cogimos una vez más el coche para acercarnos a La Aldea Perdida.
Lo cierto es que es un lugar de difícil acceso, la carretera es estrecha y en la penumbra en la que íbamos en lo único que podíamos pensar era en que en cualquier momento alguien iba a saltarnos encima del capó del coche para comernos vivos, las típicas tonterías que se te ocurren cuando la única luz que tienes es la del coche.
Lo bueno de esto es que el entorno en el que está inmerso es sobrecogedor, y levantarse en él es una pasada increíble, más aún si el día amanece bien y no hay nubarrones que te amarguen la mañana.
Las habitaciones son exactamente como me gustan, amplias, con camas cómodas y con ventanales gigantescos, por donde entra mucha luz y donde se ve todo el paisaje de la zona.
Además son muy muy calentitas porque aparte de radiadores sube el calor de la lumbre que tienen en el salón principal en el piso de abajo. Muy acogedor, y perfecto para una escapada con tu pareja, o para cuando quieres una temporada lejos de todo en la que desconectar.
El desayuno estuvo genial, con dulces típicos de la zona que estaban deliciosos.
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