Una estancia mágica
Llegamos al Hotel Etxegana, y lo primero que nos sorprendió fue la majestuosidad del edificio, el ladrillo y la madera nos recibían con calidez, la misma que demostró el personal. Una vez dentro del edificio nos conquistaron los detalles, la madera labrada con esmero con esencia de tierras lejanas captó nuestra atención, como cuando aterrizas en un país extraño al principio de un viaje y no dejas de mirar a todos lados con los ojos bien abiertos.
Dejamos las cosas en las habitaciones, cuidadas al detalle, amplias y luminosas y fuimos a diferentes lugares de la zona. Volvimos a la hora de la cena, que mas que una cena fue una degustación de placeres, con influencias locales y de otros países. El bar restaurante es simplemente espectacular, si venís no podéis perderoslo y de nuevo, no dejéis de fijaros en todos los detalles.
La noche tranquila, nos otorgó un descanso completo y apacible, cuyo culmen estuvo en un desayuno completísimo, (acompañado con zumos, frutas, bollería y café) junto al balcón que nos ofreció una vista inolvidable. Que también se puede disfrutar sin cristales de por medio los días de buen tiempo en la terraza exterior... realmente impresionante.
La estancia fue sin duda, una estancia mágica en un enclave privilegiado. Un lugar, al que sin duda, espero volver muy pronto...
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