Cuando el lujo es el espacio
El Hotel Torralbenc pasa desapercibido sobre el paisaje, algo que llama nuestra atención de inmediato. Su unión con el está basada en la piedra, la madera, las flores, las paredes blancas, los árboles y el silencio. El romero y la lavanda impregnan el aire, pronto también las vides aportarán sus notas de color y olor.
Las habitaciones son muy espaciosas, con la luz mediterránea iluminando el interior; los techos altísimos y el baño lugar ideal para restablecernos después de un día intenso.
Múltiples detalles, como los jabones de romero, la cafetera express, o aperitivos originales como las almendras aliñadas o las patatas fritas y flor de sal se encargan de complementar la amplísima cama, o la terraza desde la se observa, a lo lejos, el mar.
Mención aparte merece el desayuno. Con buen tiempo, al aire libre. Sentados aprovechando los rayos del sol, os sirven en la mesa, sin prisa, adaptándose a vuestro ritmo. Es un auténtico lujo.
El restaurante es punto de cita obligado para los gourmets. Ya el aperitivo, la empanadilla de sobrasada y miel, preludia un festín gastronómico que certifican la menestra de verduras de otoño, los Tomates casi secos con su agua helada, pimentón y leche de almendra con tataki de melva, o el arroz meloso de cordero.
Un hotel del que uno no desea irse.
El Guisante Verde Project. Blog de Viajes
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