El santuario de los frescos
La austera fachada de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, ubicada en el barrio de Malasaña, esconde un verdadero e inimaginable tesoro. Antes de acceder al templio, que se encuentra abierto sólo en horarios de misa, podemos contemplar una estatua de san Antonio encima del portal, el santo al cual Felipe III en 1607 dedicó el santuario.
Si tenéis la suerte de pasar el umbral, os parecerá de entrar en un cuadro tridimensional. Todas las paredes de la iglesia, así como la bóveda, están pintadas por frescos. La autoría no es cierta, pero el efecto es sin duda asegurado.
Curiosamente, antaño esta iglesia se denominaba San Antonio de los Portugueses, porque aquí acudían a rezar los lusitanos de la ciudad.