Única iglesia de Leitza, vistas alucinante
Es la única iglesia de Leitza, ése es el dato curioso y gran peculiaridad de esta importante iglesia y pueblo, de ahí que tenga un marcado carácter y domine desde un pequeño alto el casco viejo de la localidad.
Hace honor a San Miguel, patrón de la localidad y data de varios siglos de antigüedad, aunque conserva un muy buen color y aspecto con ese gris azulado de la piedra de la fachada. De hecho, al estar Leitza encajonada en una valle rodeado de montañas, al atardecer, cuando se pone el sol, gran parte del pueblo queda a la sombra, mientras que la iglesia, al estar en un alto, sigue recibiendo la luminosidad y el calor de los rayos del sol, así que creo que su localización no es pura casualidad, sino que seguro se construyó por este motivo. Como comento, se encuentra muy próxima al casco antiguo, justo encima de las preciosas casas antiguas, llenas de historia, que salpican esta pintoresca localidad navarra.
Se accede a la iglesia bien por el casco antiguo o bien por la zona del ayuntamiento y frontón, los dos accesos se realizan por unas escaleras detalladamente adoquinadas, con adornos en los muros, que conducen hacia la entrada de la iglesia, como si fuese un camino hacia el cielo, hacia donde apunta su llamativa torre.
En la entrada a la iglesia, con porche de estilo neoclásico, justo donde terminan las escaleras, curiosamente hay unos grandes tiestos con plantas que le dan un aire fresco y renovado al marcado carácter conservador que de por sí tienen las iglesias de pueblo. Por estos detalles y por su luminosidad, se ve que es una iglesia diferentes a las demás, una iglesia que en su época se construyó a buen seguro para cuidar del pueblo desde las alturas.
Otro de los motivos por los que merece la pena visitar esta iglesia, sin duda alguna, las vistas que tiene sobre Leitza. Se ve gran parte del pueblo, sin embargo, me quedo con la imagen que se contempla sentado en el murete externo, donde los últimos rayos de sol se esconden tras la montaña, dejando a medio-sol, medio-sombra, el imprescindible casco histórico de la localidad. Contemplar las casas solariegas blancas, con detalles marrones y negros, sobre el gris adoquinado del casco, es una combinación fantástica de la que sólo se puede disfrutar desde las alturas de la iglesia San Miguel.
