Roberto Gonzalez
La iglesia escondida.
Aunque lo normal es acceder a esta pequeña gran iglesia por la plaza de San Peter, nosotros lo hicimos por un lado, ya que estábamos todavía absortos por las sorpresas que nos había deparado el cementerio en el que se encuentra.
Por fuera parece pequeña, casi del mismo tamaño que la otra iglesia que la acompaña en el camposanto, pero una vez que entramos, su tamaño parece multiplicarse por dos o por tres.
Los techos con frescos recientemente restaurados, llaman inevitablemente nuestra atención, sobre todo, porque mientras andamos por el templo vemos como hay partes que todavía conservan sus frescos originales, sin restaurar.
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