Roberto Gonzalez
San Bartomeu y los caballos.
A la pequeña ciudad se la bautizó así por haber sido lugar de establecimiento de una comunidad de frailes que se dedicaban a instruir en la fe cristiana a los numerosos cautivos norteafricanos apresados mientras pirateaban por Baleares. Esa es una de las razones.
La otra es que los antiguos habitantes de la villa tenían como principal ocupación la fabricación y tratamiento del hierro. Realmente no se ponen muy de acuerdo los historiadores cual puede ser el origen del topónimo. Pero lo que realmente nos interesa es pasear Ferreries.
Las calles estrechas de la población se abren de vez en cuando en pequeñas plazoletas que guardan coquetos rincones, como la iglesia de San Bartomeu, patrón de Ferreries, que se levanta aquí desde 1870.
Desgraciadamente las fotos que hice en su interior carecen de calidad como para colocarlas aquí, pero puedo decir que por dentro, el templo es sencillo, limpio, exento de cualquier tipo de adorno superfluo, muy puro, muy menorquín.
Famosas son sus fiestas en las que avezados jinetes montan hermosos caballos y el público que se congrega en las calles por millares se lanza a tocar y admirar a los nobles brutos que se alzan sobre sus cuartos traseros para mostrar su fuerza y elegancia.
Tendremos que volver a Ferreries en Agosto para disfrutar del espectáculo.
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