la pequeña catedral de Bruselas
El interior de la iglesia es sencillo y agradable, con cierto parecido a la catedral pero en menor tamaño.
Hay un púlpito de madera labrada del año 1697. La nave central se llena de luz natural por medio de once enormes vidrieras que alcanzan los 15 metros de altura. Precisamente, lo que más llama la atención al entrar en la iglesia son las vidrieras que circundan e iluminan el altar. Este altar es una joya para la vista.
No te pierdas las dos capillas barrocas decoradas con símbolos funerarios de mármol blanco.
Por último, no hay que perderse la célebre estatua de San Huberto, que tiene una historia interesante: una vez robada y llevada desde Bruselas a Amberes, el ladrón fue capturado y la estatua regresó a la iglesia en 1348, donde ha permanecido desde entonces.