A primera vista destacan sus enormes contrafuertes y los dos maravillosos pórticos con sus pináculos
La primera impresión que se tiene al ver la fantástica iglesia gótica del pueblo de Bañares es que esta ciudad debe haber sido muy importante en el pasado y que debe haber gozado de épocas de gran bonanza económica que llevaron a sus pobladores a ejecutar este grandioso templo que hace palidecer en dimensiones a su pequeña pero magnífica iglesia románica, la cual tuvo que ser trasladada a los pies de la nueva pues se encontraba oculta tras su cabecera.
A primera vista destacan sus enormes contrafuertes y los dos maravillosos pórticos con sus pináculos. Por dentro presenta una sola gran nave de cabecera plana, majestuosa pero de gran sencillez, con las columnas que se abren como palmeras que suben para tejer su maravillosa crucería. Alberga un magnífico retablo dieciochesco, obra de Francisco de la Piedra, con imágenes de Jerónimo de Argos, que representan a la Asunción de María, San José, San Joaquín, San Pedro, San Pablo, San Pedro Arbués, San Juan Nepomuceno, el Padre eterno, San Jerónimo, Santa Magdalena, San Macario y Santa Elena.