El sueño dorado de todos los niños
La Calesita de esta plaza es otro de los grandes atractivos que tiene y no sólo para los más pequeños porque mirándola girar y girar al compás de la música, el tiempo vuela hacia atrás y me veo siendo niña subida en un caballito blanco e imaginando mágicas historias de príncipes, hadas y encantamientos. Caballitos blancos, negros, marrones con plumas rosadas en sus cabezas y monturas pintadas de diversos colores moviéndose al compás de cálidas melodías arriba y abajo, hacia atrás y hacia adelante, antiguo carrusel pintado de vivos colores como rojos y azules, con sus angelitos en el techo portando flechas y flores y en su eje central pintados damas y caballeros, espejos de dorados marcos e impecablemente cuidado, que pertenece a una antigua familia que tradicionalmente las fabrica desde hace más de cinco generaciones.
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