Juan Manuel Moreno
paseando por El puente de Charing Cross
Bajo las escaleras hasta la planta baja, siempre dentro de la zona reservada a la colección de la baronesa. Voy a ver a los cuadros de los impresionistas: son una maravilla.
Me han recomendado que me pare en “El Puente de Charing Cross”, de Claude Orayan Monet. Hijo de un comerciante de ultramarinos, nace en 1840 en París y ya a los quince años da sus primeros pasos en el mundo del arte como caricaturista, después dirigiría sus tiros hacia estilos más realistas. Pero es a partir de1860 cuando empieza a pintar obras de marcado carácter impresionista, de hecho, durante su estancia en el puerto del Havre pinta el cuadro titulado “Impresión, sol naciente” que da nombre al movimiento pictórico correspondiente.
Gran viajero este Monet: recorre casi toda Francia, Normandía, Bretaña, la costa mediterránea, la mili la hace en Argelia, de donde vuelve al año de irse como consecuencia de las fiebres tifoideas que contrae, cruza el canal de la Manca, llega a Londres, donde se refugia como consecuencia de la guerra franco-prusiana, conoce los Paises Bajos, Noruega, Italia e incluso lo podemos encontrar en Madrid donde estudia a los maestros españoles.
Pero voy a intentar dar un paseo por “El puente de Charing Cross”. Es un atardecer cualquiera en Londres entre los años 1899 y 1901 El ambiente es brumoso, desapacible, quizás frío. Algunas barcas surcan el Támesis bajo mis pies y al fondo se vislumbra el Parlamento. Me recuerda a Turner. En alguno de mis viajes a Londrés he podido contemplar una imagen parecida pero nunca se me hubiera ocurrido pintar lo que estaba viendo, o mejor, lo que no estaba viendo, si no simplemente intuyendo. Eso es lo realmente sorprendente de esta obra.
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