Roberto Gonzalez
Una isla con historia
Localizada cerca de la entrada a la Bahía de San Juan, la primera visión que tenemos de ella es desde el Castillo del Morro.
Parece una simple entrada de tierra, una especie de arrecife de coral emergido, no mucho más. Sin embargo tiene mucha historia e importancia.
Antiguamente fue utilizada como bastión militar debido a su localización altamente estratégica en dicha bahía. Debido a que entonces sólo se podía ir a ella en bote se usó la isla para albergar a las desafortunadas víctimas del terrible mal de la lepra. Aún se ven, incluso desde el morro, las ruinas de un antiguo leprocomio, lugar para leprosos, como mudo testigo del sufrimiento humano de aquellos enfermos que la habitaron.
Actual e irónicamente, es accesible por carretera y se ha convertido en un centro recreativo con todas las facilidades necesarias para la diversión y el esparcimiento de las familias que la visitan. Se caracteriza por su tranquilidad, su fresca brisa y el paisaje tropical. Además es la sede del Club de Pesca de Isla de Cabras, Inc. y del Polígono de la Policía de Puerto Rico. Cuenta además con un destacamento policial y la entrada a la misma es libre.
Las connotaciones históricas de esta isla la han convertido en símbolo de la magnitud histórica del pueblo al cual pertenece, Toa Baja, así como el fortín San Juan de la Cruz comúnmente llamado “El Cañuelo” y su interesante historia. Este baluarte estuvo rodeado de agua y fue diseñado para sustentar guarniciones. Poseía seis cañones y podía acomodar hasta 200 militares aunque como mucho solo llegaron a ocuparlo un máximo 12 soldados. El trabajo de las milicias españolas consistía en defender de ataques enemigos la entrada de la bahía de San Juan y la boca del río Bayamón, creando un fuego cruzado de cañones entre el fortín y el Castillo San Felipe del Morro.
Un lugar estratégico para la defensa, de cuarentena para los leprosos y hoy día de esparcimiento y ocio. Toda una historia.
Las connotaciones históricas de esta isla la han convertido en símbolo de la magnitud histórica del pueblo al cual pertenece, Toa Baja, así como el fortín San Juan de la Cruz comúnmente llamado “El Cañuelo” y su interesante historia. Este baluarte estuvo rodeado de agua y fue diseñado para sustentar guarniciones. Poseía seis cañones y podía acomodar hasta 200 militares aunque como mucho solo llegaron a ocuparlo un máximo 12 soldados. El trabajo de las milicias españolas consistía en defender de ataques enemigos la entrada de la bahía de San Juan y la boca del río Bayamón, creando un fuego cruzado de cañones entre el fortín y el Castillo San Felipe del Morro.
Un lugar estratégico para la defensa, de cuarentena para los leprosos y hoy día de esparcimiento y ocio. Toda una historia.
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