Sebastian Muñoz
Una de las joyas más bonitas de la Praga poco turística
El Jardín Franciscano es uno de los rincones ocultos que más merece la pena visitar en la ciudad de Praga. Está escondido entre cuatro edificios cercanos a la Plaza Jungmannovo, en el corazón del Casco Histórico de la capital.
Aún al día de hoy son poquísimos los turistas que conocen de este atractivo, y muchos menos los que buscan visitar el lugar. Cuando el sitio fue construido – en el Siglo XIV- servía como un jardín privado para los residentes de la Antigua Praga (la que se encontraba dentro de las murallas de la ciudad). En 1990 se llevó a cabo un proyecto de restauración que devolvió el jardín a su esplendor original después de haberse visto seriamente dañado durante la Segunda Guerra mundial.
Si bien el jardín tiene varias entradas, la más sencilla es la que comienza en la plaza Mustek. Desde ahí, no hace falta más que seguir las señales. Si se intenta ingresar por alguna de las otras entradas hay que pasar por centros comerciales y callejones no muy conocidos.
La entrada al sitio es gratuita, y es principalmente gente del lugar la que lo visita. El sitio entero está cubierto con grandes jardineras y bancas. En una de las esquinas hay un puesto en el que venden los famosos “Trodl” en invierno y helados en verano.
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