Como todo lo que rodea a las dunas de...
Como todo lo que rodea a las dunas de Erg Chebbi, la humilde aldea de Hassi Labbied parece una alucinación. ¿Existirá lo que estoy viendo?, me pregunto. Pero de pronto suena la llamada a la oración desde el minarete de la mezquita, veo sombras envueltas en chilabas oscuras, escucho los cencerros de un rebaño de cabras: Hassi Labbied es real.
En este mundo lejano e hipnótico se han instalado Isabelle y Rachid. Lo de Rachid, de sangre bereber, es normal; lo de Isabelle, francesa hasta la médula, es un milagro. No quiero contar intimidades, sólo diré que Isabelle, trotamundos, se enamoró de Rachid y se quedó aquí. Su kasbah es sencillísima, despojada, preciosa. A pesar de que es pequeña, el viajero es siempre bienvenido: Si no hay habitaciones, duermes en la sala o en la gran jaima armada en la arena.