Pau García Solbes
Nuestro primer contacto con Islandia...
Nuestro primer contacto con Islandia fue la ciudad de Keflavík. En pocos minutos, nos dimos cuenta de lo que podíamos esperar de nuestro viaje a Islandia. Mucha tranquilidad, un país muy preparado para los niños, un clima muy cambiante y, por supuesto, un paisaje muy distinto al que conocemos en España, lleno de sorpresas. De hecho, nada más abrir la puerta de salida del aeropuerto, Islandia nos recibió con un arcoiris doble.
Del aeropuerto a la ciudad de Keflavik habrá como unos diez minutos. El cielo estaba plomizo y de vez en cuando descargaba alguna ráfaga de lluvia. La cercanía con el mar del Norte y su viento gélido dotaban a aquella ciudad de un aspecto muy invernal y un tanto fantasmagórica.
Sin embargo, parecía que la ciudad se resistía a aquel ambiente grisáceo. Dimos una vuelta por la ciudad y de un vistazo contemplamos muchas casas de colores con un diseño muy peculiar. Es la forma que tienen los islandeses de combatir la monotonía del clima adverso.
De Keflavík poco que destacar. Por la calle, casi no había peatones ni tráfico. Los pocos valientes que había paseando iban bien pertrechados para los rigores de aquel clima hostil, y eso que estábamos en pleno verano. Eso hizo acobardarnos un poco y reflexionar sobre la escasa ropa de abrigo que habíamos traído.
Para los cinéfilos, allí se rodaron algunas escenas de Banderas de nuestros padres de Clint Eastwood.
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