La historia, de verdad dolorosa, tiene...
La historia, de verdad dolorosa, tiene también una enorme dosis de romanticismo: Luego de la Reconquista, moros que amaban la tierra donde habían nacido se exiliaron en las altas laderas sur de Sierra Nevada. Con ellos llevaron su inmensa tristeza, lo que pudieron rescatar de sus pertenencias y su saber. Una nueva vida comenzaba, y tal vez, la vista del pico Mulhacén, la inmensidad de Sierra Nevada, y la calidez que les llegaba del cercano Mediterráneo hicieron más fácil el recomenzar. Lo cierto es que con empeño se asentaron en pequeños pueblos ubicados en sitios casi inaccesibles e hicieron de La Alpujarra su morada. La comarca, tradicionalmente moruna, tuvo en esa época un período de esplendor. La tierra era rica; las técnicas árabes de regadío a través de bancales y terrazas daban jugosos frutos, prosperaba la industria textil con los cultivos de lino y del gusano de seda y las laderas escalonadas de las sierras estaban cubiertas de olivos, almendros y castaños.