Fría como el hielo pero cautivadora como el fuego
11 son los triángulos de aluminio cubiertos de hormigón que sirven de techo a la Catedral del Ártico cuya construcción data de los prolíficos años 60, cuando la arquitectura se mezclaba con la era futurista y daba a luz auténticas obras de arte como este edificio.
Rompe en todos los sentidos con las casas y edificios circundantes, y sobre todo con lo que hasta entonces se había construido.
Había que contar con que la cubierta debía ser opaca, duradera y sobre todo resistente a heladas y lluvia, la ciudad de Tromsø no disfrutaba de mucha luz a lo largo del año así que el frente, que en un principio se había proyectado en otro material, tuvo que ser cubierto con unos enormes paneles de cristal que dieran paso a esa luz que tanto echan de menos los nórdicos.