La Leyenda de Orval
Todo en Orval desprende un aire bucólico, de leyenda, hay un toque casi onírico, otorgado por las ruinas de la antigua Abadía Gótica, pero si hay un rincón que sobresale por encima de todos es el pozo o fuente de Mathilde, enclave casi de peregrinación de donde surge una de las más bellas leyendas de esta zona de Europa.
La desconsolada viuda Mathilde pasea cada día en solitario recordando a su difunto marido fallecido en una dura batalla, un día mientras introduce su mano en el agua pierde el anillo de desposada, y su dolor se acrecenta ya que era uno de los pocos recuerdos de su amado. Pide con todas sus fuerzas encontrar el adorado anillo y así, de repente, de las aguas surge un pez que lleva en su boca la apreciada joya. Mathilda, loca de alegría pronuncia una frase que da nombre al lugar y en conmemoración del milagro lega las tierras para que se construya la abadía. Así desde entonces, el símbolo de Orval es un pez con un anillo en la boca.