Bajo un sol abrasador y atravesando un...
Bajo un sol abrasador y atravesando un paisaje prácticamente desértico nos dirigimos desde Bamako hacia Ségou, capital del antiguo imperio Bámbara.
Los acordes del magnífico disco “Papa” de Salif Keita suenan a todo volumen en un vetusto radio-casette y sus melodías nos hacen olvidar el molesto ruido que emite el viejo motor de nuestro Land Rover, e incluso, por unos instantes ya no percibimos el sonido del viento que acompañado de considerables cantidades de polvo rojo se cuela por las rendijas del vehículo.
Sudorosos y teñidos de rojo pero plácidamente acomodados en nuestros asientos contemplamos a las gentes del camino, gentes que recorren largas distancias con el único objetivo de encontrar pastos y agua para evitar que sus rebaños, compuestos por escuálidas cabras, ovejas o cebús, mueran de hambre y sed, niños y niñas que acarrean pesados fardos de leña sobre sus cabezas que servirán para avivar el fuego del hogar.