La Victoria de Samotracia, Nike, si la...
La Victoria de Samotracia, Nike, si la marca que le copió el nombre nos lo permite, debería ser el orgullo del pueblo que la creó. Si los griegos brillaron en la escultura, creo que con esta estatua deslumbraron y así, a mi entender, lo debe considerar el Museo del Louvre al colocarla en el puesto que ocupa.
No creo que Francia esté dispuesta a devolver la estatua a los griegos, pero estos se pueden sentir orgullosos de ser los mejores escultores que dio la madre naturaleza el día que se puso a repartir talento. La belleza pero sobre todo la fuerza y el movimiento que transmite este trozo de mármol blanco, dejan atónito a todo el que, con un mínimo de sensibilidad, encuentre a la Victoria en una subida o bajada de esas grandes escalinatas que la iluminan en el museo.
Lástima que no tengamos su cabeza, como tampoco tenemos los brazos de la Venus de Milo. Ambas estatuas pertenecen al mismo pueblo y sin embargo, cuánta armonía y paz descansan en Venus y cuánta tensión en la postura de Victoria, en sus pliegues arremolinados como quien, exhausto tras la guerra, arranca en su grito tan sólo una palabra: Victoria.


