El lago subterraneo más grande de Europa
Este lago está ubicado en Saint Leonard, cerquita de Sion, la capital del cantón de Valais. Es un lago de unos 200 millones de años, es el más largo de Europa llegando a medir 300 metros y una media de 20 metros de ancho. El agua suele estar a 8 grados centígrados, incluso es posible bañarse, aunque a pesar de el calor sobrenatural de aquel día de verano, nadie se atrevió a adentrarse en aquellas frías aguas. Está abierto de marzo a finales de octubre.
La entrada es un edificio alegre, lleno de merchandising del lugar, tazas, bolígrafos, obviamente navajas suizas, llaveros, peluches, imanes para la nevera y todo tipo de objetos de colección que el turista pueda llegar a querer comprar de recuerdo. Hay un pequeño bar donde poder comprar bebidas y helados. En la taquilla vino el susto, visitar la cueva costaba 10 francos suizos. Una vez pagada la entrada, queda una larga cola de unos 20 minutos, ya que en cada barca suelen subir unas 20 personas. No más.
Una vez nos tocó, bajamos unas escaleras y un simpático guía nos dirigió hacia nuestra barca mientras el otro llegaba. Un chaval joven, de unos 30 años y mucha vitalidad. Empezó preguntando por el idioma en que hacer la expedición: alemán o francés. Vaya por Dios! Estaba destinado a no enterarme de nada o a muy poco. Finalmente arrancamos, eligió el alemán, por lo que el trayecto llegó a hacerse un poco pesado, no al resto de la gente que se divertía con lo que estaba contando. Almenos pude enterarme de alguna palabreja que soltaba en francés. Entre gestos y gritos, podías incluso echarte unas risas.
La verdad es que se me hizo corto a pesar de estar sobre unos 40 minutos, después me contaron un poco la historia del lugar. A finales de la de década de los 40 se abrió al público, a causa de un terremoto que provocó que el nivel del agua bajara a unos 4 metros. Al final del lago podemos encontrar a Nuestra señora de Gouffres. Se realizan bodas y varios eventos, imagino que al final de la cueva, donde hay un pequeño suelo. Se dice que se han producido varios milagros allí abajo. La verdad es que transmite buenas sensaciones, y un ambiente agradable.
En definitiva, es un buen lugar, en el que recomiendaría acercarse si estamos dispuestos a pagar los 10 francos de la entrada y pasamos por Saint Leonard. No es demasiado espectacular, pero es bonito de ver. Aunque no se pueda apreciar mucho en las fotografías.