ANADEL
Para volver
Es mejor subir arriba, el comedor es luminoso, encantador, y sobre todo acogedor, con algún grupo de señoras del barrio y gente enchaquetada de las oficinas de los alrededores, estamos fuera de la zona turística de la ciudad.
Me había propuesto dejar de comer en los restaurantes y pubs, donde se me hace sobre todo pesado comer, y es que la comida francesa me priva, así es que el encontrarme con este lugar fue toda una suerte.
Los platos del menú estuvieron bien presentados y deliciosos, no así los mejillones que pedí como capricho y resultaron ser demasiado pequeños y cocinados, un fallo tremendo.
El maitre nos hablaba francés, inglés y alguna palabra de español, con ganas de agradar a los clientes, para volver en definitiva.
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