La marca del pasado
La historia de los libaneses está marcada por el conflicto desde sus inicios.
Uno de los lugares que se pueden visitar en su capital, Beirut, y que recuerdan a horribles épocas pasadas, es la conocida como Línea Verde. No es otra cosa que una de las principales calles de la ciudad que casi la atraviesa de un extremo a otro.
Durante años esta calle significó mucho más que eso. Fue el límite entre las dos zonas en las que quedó dividida la ciudad entre 1975 y 1990: el norte y el sur. La zona musulmana y la cristiana.
Justo esta gran avenida se encontraba en tierra de nadie y cruzarla significaba, sin ningún tipo de duda, la muerte. Vigilada las 24 horas del día por soldados de ambos bandos, nadie se atrevía a poner un pie en ella. Fue esta la razón por la que comenzó a crecer una fina hierba que transformó la calle de este color: de ahí su nombre.
Hoy día cientos de coches invaden la zona y el sonido de los cláxones y la contaminación están presentes. Pero también lo están las cicatrices de aquellos horribles tiempos, y se pueden encontrar de manera continua edificios medio destruidos en los que las señales de metralla no dejan olvidar el horror de una guerra pasada.
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