Los Jardines de Pereda son...
Los Jardines de Pereda son decimonónicos y todo alrededor de ellos da para hacer una película de época. No sé si los del anuncio de la lotería de Navidad habrán pensado en este escenario, pero yo veo, casi materializo, al niño de pantalones cortos y su hermanita de falda cancán, que pasan sobre el puente con su Mary Poppins particular. La niña echa unas migas de su bocadillo al cisne negro mientras el chiquillo se embelesa con el carrusel.
También yo, me fascino con el elefante indio, los carruajes imperiales, los caballos suntuosos y el burrito que lleva en silencio su carretilla. Este es mi favorito y me gustaría volver a ser pequeña para que me diese una vuelta.
Mientras, los niños del novecento, los que han convencido a Mary Poppins para que les invite al tiovivo, ya han dejado el parque y se adentran en el Cantábrico con su sube-baja típico; único movimiento con el que se puede entender que un caballo deje el carrusel y dé un paseo flotando en el aire.
Mientras, yo, ya he comprado las pilas para la cámara de fotos y le pido una pose a los cisnes. Lástima que los caballitos y los niños no esperaran a que los retratara.
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