Nos encontramos acampados en algún ...
Nos encontramos acampados en algún lugar de la zona pantanosa del delta del Okavango, estamos de enhorabuena, aparte de la belleza extrema, salvaje y pura del entorno, nos han asegurado que en las cercanías de nuestro campamento existe un pequeño asentamiento san.
Los san (extraños o vagabundos) también llamados basarva (pueblo que no tiene nada) o más comúnmente conocidos como bosquimanos, palabra que deriva del afrikaans boschjesman, término acuñado durante la época de la dominación holandesa y que significa "hombre del bosque” tienen el gran honor de ser el pueblo más antiguo del mundo. Sus antepasados ocuparon gran parte del Africa austral y sus genes delatan similitudes irrefutables con los primeros humanos que abandonaron el continente.
Un pasado glorioso, un presente ruinoso. De los tiempos remotos en los que su afán de expansión les impulsó a colonizar el mundo desconocido, a la actual reclusión en reservas, al reasentamiento, a la aniquilación.
El pueblo cazador y recolector de antaño se ha visto expulsado paulatinamente de sus áreas de caza, primero por bantúes y hotentotes, luego por los colonizadores boer-holandeses y posteriormente en la década de los 60 las autoridades coloniales inglesas les confinaron en la reserva de caza del desierto de Kalahari de la cual han sido expulsados recientemente.
El gobierno de Bostwana se ha propuesto dedicar el área de confinamiento de los san a la explotación turística y ganar así un buen puñado de divisas, el gobierno de Bostwana prefiere explotar los yacimientos diamantíferos de la zona obteniendo a cambio pingües beneficios a conservar un hábitat en el cual los bosquimanos puedan subsistir haciendo lo que saben, cazar y recolectar y para ello no escatima en privar a estos pobres desgraciados de los bienes más básicos llegándoles a cortar incluso el suministro de agua.
Privados de un territorio de caza, expulsados de su propio lugar de reclusión, los últimos bosquimanos se consumen; el aburrimiento y el desarraigo deriva en alcoholismo, desazón y suicidio, algo impensable hace unos pocos años.
¡Felicidades progreso! ¡Casi lo hemos logrado! Entre todos, hemos sido capazas de arrasar y aniquilar de la manera más cruel a una cultura milenaria, esta muerte silenciosa apenas trasciende en los medios de comunicación ¡a quien le importan unos cuantos hombrecillos!
Por suerte, nuestros vecinos de campamento, tienen cierta libertad de movimientos aunque según nos contaron se ven obligados a renunciar a la caza y están aprendiendo a vivir a costa de malvender su cultura, sus bailes y su tradición oral a los turistas que les quieran escuchar.
Por fin nos encontramos frente a frente con los san, llama la atención su corta estatura, y aunque es de noche y tan sólo contamos con la luz de una enorme hoguera, podemos apreciar la tonalidad color crema de su piel.
Por delante nos espera una noche llena de baile, cánticos y magia, la magia de un pueblo que agoniza, que se extingue, son los últimos bosquimanos de Okavango…
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