Los Mateos de Buenos Aires forman parte...
Los Mateos de Buenos Aires forman parte de los recuerdos de infancia de todos los porteños. Estos maravillosos carruajes de plaza, cuya ‘parada’ es la puerta del zoológico frente a Plaza Italia, fueron el sueño (y sigue siendo) de todos los niños que iban de visita al zoológico, a la Rural, o a los jardines de Palermo. Asombrosamente, todavía hoy siguen existiendo, aunque, según me cuenta el dueño de ‘La Rubia’, son sólo 16 y la profesión tiende a desaparecer.
Los Mateos pasean por Palermo desde mediados del siglo XIX. Todos son franceses, y llegaron a Argentina originariamente para uso particular de familias pudientes. Sus conductores son apasionados de los caballos y de los carruajes de plaza. De ahí que aunque el trabajo ya no dé para vivir y sea necesario un trabajo complementario, ellos perseveren y se dediquen al cuidado de sus Mateos y al de sus caballos con absoluta pasión. Los carruajes son verdaderas obras de arte. Tienen los sillones y las capotas de cuero, están adornados con flores y guirnaldas de colores, y muchos tienen el nombre (La Rubia, El Elegante, Flor de Lis) fileteado de manera preciosa. Los caballos también son objeto de gran decoración. Algunos van empenachados, otros llevan en los arneses antiguos adornos de bronce. Sin duda, lo más entrañable de los Mateos es su sonido. Al andar, se escuchan el tintineo de sus campanillas y el trote elegante del caballo.
