Un mundo munticolor
Las medinas son siempre universos asombrosos, un golpe a los sentidos, un mundo multicolor. Lo fascinante es que todas tienen mil cosas en común, pero ninguna se parece a otra. Si has recorrido las medinas marroquíes de Tetuán, TángerChaouen o Marrakech, la medina de Túnez, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, te parecerá más limpia, más abierta, menos caótica y más luminosa.
Blanca y azul, con destellos de turquesas, rojos y amarillos, pasear por la divina medina de Túnez es tan relajado como caminar por la Ville Nouvelle. Al pasar la entrada principal, hay varios cafés siempre atiborrados de hombres en preciosos edificios afrancesados, luego las calles se estrechan poco a poco y de algún modo llegan a la Gran Mezquita y, más adelante, a la Kasbah de Túnez, un edificio precioso, compuesto de infinidad de arcos pintados de blanco y negro.