Josefina Grateron
La primera vez que escuché que alguien ...
La primera vez que escuché que alguien dijo "Vamos a Mejillones", pensé que la frase estaba mal construida, que le faltaba el verbo "comer, "vamos a comer mejillones". Me preparaba para saborear esos moluscos marinos que son deliciosos cocinados al vapor o de mil maneras diferentes. Pero estábamos en Anfogasta y yendo en coche, nos dirigimos 65 kilómetros al norte. Entonces llegamos a Mejillones, donde por supuesto abundan los "choros" (así se les dice también a los mejillones) pero también tienen un mar increíblemente lleno de lobos marinos y pelícanos. La ciudad de Mejillones empezó siendo una modesta localidad que se dedicaba a la pesca artesanal.
Después fue la pesca industrial y actualmente quieren ir más allá construyendo todo un complejo portuario para hacer llegar al resto del mundo todo lo que produce el norte de Chile. Hay que visitar el edificio antiguo de Aduanas, donde actualmente alberga el Museo Histórico que narra todo lo referente a la evolución de toda la región de Anfogasta. Junto está el Centro Cultural de Mejillones, donde uno se puede enterar de la agenda cultural de toda la ciudad. La parroquia del Sagrado Corazón es una iglesia de madera de principios del siglo XX que también es interesante para visitar. Y por supuesto sus playas de arena blanca y fina, para pasar un estupendo día tomando el sol y tomando fotografías de los lobos marinos que parecen posar de muy buena gana para los visitantes.
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