En Sucre, se sale del desierto, se...
En Sucre, se sale del desierto, se dejan las minas de Potosí, el salar de Uyuni, para volver a alturas más decentes, aunque todavía estamos a 2700 metros, se siente como en la orilla del mar. Ya no duelen los pulmones por el aire demasiado puro, ya no gira la cabeza por un esfuerzo un poco violente.
La paz, la armonía de la ciudad, son un verdadero descanso para el viajero. Y más importante, después de días y días comiendo comida muy básica en el altiplano andino tan pobre, quinoa, papas, un poquito de carne los mejores días, y no por no poder pagarlo, sino porque no hay proveedores que lo traigan hasta allá, llegar a Sucre es un sueño.