Delicioso y sencillo
Y ligero, porque es un plato que podemos repetir hasta la saciedad, sobre todo si lo comemos en este maravilloso templo del champiñón que está cerca de la Plaza Mayor, para ser exacto en una de sus esquinas, en la base que la sustenta.
Como el mismo champiñon, que es la base y sustento de este mesón que prácticamente no sirve otra cosa, ni falta que hace.
El lugar no es grande, un pasillo con una barra que lo recorre, decorado de la manera mas " typical spanish" que imaginemos, esa que buscan los turistas, con una lámpara que es la más fea que he visto, bolas que salen del techo como si fueran champiñones, y una sala comedor con un pianista que "desameniza" la noche con su órgano electrónico. Maravilloso.
Al lado de una gran plancha, descansan bandejas de champiñones esperando para pasar por ella.
Bueno, sólo el sombrero, ya que el pié se ha retirado para dejar paso a un relleno tan sencillo como exquisito: chorizo, perejil y una mezcla de aceite, sal y limón.
Al sacarlos de la plancha, están en su punto, para acompañarlos a la boca con un pedazo de pan y un buen trago de cerveza helada. Para repetir.
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