Donde el aire silba sobre La Fortaleza
Nos echamos a un lado de la carretera que sube sinuosamente por Igualero para aparcar el coche y disfrutar de una de las vistas más espectaculares de la isla de la Gomera.
Una enorme plaza, precedida por ordenados aparcamientos para coches, alberga la pequeña pero coqueta iglesia de San Francisco, de la que tenemos que conformarnos con disfrutar del exterior porque se encuentra cerrada, a excepción de una pequeña rendija que apenas permite vislumbrar el interior.
Frente a ella, un original y retorcido hombre de hierro llama nuestra atención. Es el Monumento al Silbo Gomero.
El silbo gomero es un enigmático lenguaje silbado practicado por muchos habitantes de La Gomera a lo largo de los siglos para comunicarse salvando las distancias de barrancos y valles. Fue creado por los primeros habitantes de la isla, que tras la conquista de las Islas Canarias, adaptaron al idioma español — mientras la lengua original, el idioma guanche, se iba extinguiendo.
Nos acercamos a la barandilla que nos separa del abismo. Frente a nosotros un espectáculo impresionante: entre valles, barrancos y la cercana vista del mar se nos enfrenta la Fortaleza, la Argodey aborigen que se eleva hasta los 1.243 metros y que en su momento fue uno de los lugares más sagrados de la isla.
Lugar de pastoreo, reuniones políticas aborígenes, reducto contra los conquistadores y lugar donde crecen varios endemismos de la flora gomera de incalculable valor, este paredón tiene un magnetismo que lo hace único, un halo de misterio y magia que lo envuelve de tal manera que parece haber detenido el tiempo a su alrededor.
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