Maria Elena Isernia
La primera vez que llegamos a Sant Agnello nos asombró
El barrio residencial vecino a Sorrento, eran las 14 hs de un tórrido día de agosto, bajamos en la estación de la Circunvesuviana, del mismo nombre y nos quedamos tomando algo fresco a la espera del taxi que nos llevaría al hotel. A esa hora había pocas personas en la calle y el calor era agobiante.
Al fin llegó el auto, dejamos los equipajes en el hotel y luego de refrescarnos salimos a recorrer. A dos cuadras llegamos al mar, fue algo inexplicable, se nos abrió un panorama bellísimo, desde lo alto del acantilado, en una especie de plaza en cuyo extremo hay un restaurant/confitería, se veía un mar azul brillante, rodeado por una hermosa vegetación.
Numerosos veleros surcaban el mar y bajando por un ascensor que atraviesa el acantilado, se llegaba a una playa pequeña-
El impacto fue contemplar de manera imprevista ese panorama que no se percibía hasta que no llegaras allí.
Recomiendo, si van a Sorrento, hacerse un tiempo para llegar a Sant Agnello
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