El gran olvidado
Este monasterio, más conocido como "Monasterio de las Ursulinas", es uno de los monumentos religiosos en Sigüenza más olvidados. Incluso más aún que el vecino convento de las Clarisas tan afamado por sus dulces de clausura.
Tiene diversos nombres, los lugareños suelen llamarle también de San Francisco, aunque su nombre actual es el que recojo, colocados por importancia los miembros de la sagrada familia.
Me llamó la atención en la visita guiada que hicimos a Sigüenza el que ni siquiera pasásemos por su lado. Simplemente un comentario desde lejos y ¡hala! hacia el centro urbano. De modo que cuando dispusimos de tiempo libre bajamos a conocerlo.
Se halla en un extremo de la Alameda, en extramuros y estaba cerrado por una verja.
Leímos un cartelón informativo que nos explicaba parte de su historia, muy brevemente. Construido en 1512 no fue ocupado hasta 1606 por frailes carmelitas. Pero el auge de la Contrarreforma llevó al Papado a pedir que en las entradas de las ciudades se instalasen franciscanos y dominicos para velar por la fe
de quienes a ellas se acercasen y como situación ideal para la Inquisición. De modo que por su ubicación en Sigüenza los carmelitas tuvieron que dar paso a los franciscanos.
El 25 de julio de 1835, dentro de los Reales Decretos que conformaron la Desamortización de Mendizábal, se clausuraron todos los monasterios con menos de 12 monjes, por lo que pasó a manos de las ursulinas que convirtieron parte del monaserio en un colegio femenino.
El conjunto se dividió en Capilla, monasterio y colegio, partes que se observan fácilmente desde fuera.
Construido en el período barroco el Monasterio es exteriormente austero de decoración, como corresponde al estilo carmelita. Los franciscanos tampoco aportaron gran cosa a la fachada, aparte de una estatua de San Francisco que se perdió y su blasón. Así se ha llegado a una fachada bastante simple ornamentalmente pero no exenta de belleza.
En esta fachada ondulada barroco se encuentran los escudos de las diversas órdenes religiosas que lo han habitado pero en ella destacan dos cosas, la imagen de la Purísima en la hornacina central y el escudo de armas en el triángulo superior edcorado con volutas. En un lateral un pequeño jardín delante mismo de las ventanas de las aulas y en la parte posterior la parte monástica.
Es curioso observar que todo la fachada está achaflanada, no existiendo necesidad de ello cuando se construyó por lo que se debe al gusto artístico de principios del siglo XVI. En esa época se impuso al frío estilo gótico un estilo más apasionado como el barroco, amante del movimiento, de sentimiento y de la curva. Un estilo que no quería enseñar el evangelio a través del arte sino emocionar, llegar al corazón y no a la razón..
Hay otra hornacina vacía a la vista, según nos comentaron contenía un San Antonio.
Para verlo por dentro conviene recordar que hay una misa diariamente a las ocho de la tarde, excepto fines de semana y festivos que se adelanta a las nueve de la mañana. Por dentro es casi tan austero como por fuera, una sola nave con un crucero con bóvedas de cañón y una gran cúpula central. En el fondo un altar con columnas salomónicas y un retablo barroco y diversas piezas artísticas de indudable valor.
Estoy seguro de que este Monasterio sería uno de los principales atractivos turísticos en cualquier otra ciudad, pero en SigÜenza su ubicación apartada del camino hacia el centro y la proliferación de recursos turísticos lo ha marginado parcialmente, por lo que te recomiendo que si visitas Sigüenza te desvíes un poco en tu itinerario porque te estarás dejando de lado dos de los edificios más hermosos de la Villa.


