Claustro y dulces!
Es el único monasterio que desde que se construyó en el siglo XV ha sido de clausura hasta día de hoy. Lo que más me gustó es el claustro. La visita a este no se permite pero si pedís permiso tal vez os dejen pasar si no hay demasiadas personas. Hay que entender que las monjas viven allí y no querrán convertir aquello en un parque de atracciones.
A la salida no olvidéis comprar unos dulces caseros que elaboran las propias monjas.