Pide a gritos su rehabilitación.
Delante del cruceiro se sitúa una portada por la cual se vislumbra lo que se esconde detrás. Una magnífica iglesia barroca y los restos de lo que en su día fue un importantísimo monasterio de orígenes románicos.
Vale la pena dar una vuelta alrededor del monasterio y ver las balconadas y muros de una época esplendorosa.
Así mismo vemos hasta donde llegaban los límites de la finca del cenobio.
Podremos ver la fuente que surtía de agua a los monjes y el viejo palomar que encontraremos en casi todos los monasterios gallegos.
Aunque hoy en día está siendo restaurado muy lentamente, da pena ver el estado de sus instalaciones.
Al parecer, hay planteamientos de tipo turístico para este bello rincón, que si bien puede que ayude a rehabilitar su maltrecha situación, restringirá la visita a las personas que no hagan uso de las instalaciones que se construyan.