Monasterio de la Transfiguración
Un vídeo en internet de este lugar me trajo sólo 3 meses después a Bulgaria.
No sé si os ha pasado alguna vez, a mí más de una, ver un rincón del mundo y tener la necesidad de verlo por ti mismo.
A sólo 6 km al norte de Veliko Tarnovo, la antigua ciudad de los zares búlgaros, concretamente en las coordenadas N 43º 06.994´ E 25º 36. 439´ daréis con este solitario y recóndito lugar.
El monasterio de Preobrazhenski se asienta en una ladera de montaña, que más sería precipicio rocoso, como así lo muestran las enormes rocas desprendidas que han quedado en los alrededores del complejo. La pendiente desciende hasta el río Yantra, cuyas aguas se dirigen al sur hacia Veliko Tarnovo. Nada más llegar se respira la tranquilidad monacal, estamos sólo nosotros visitando el complejo.
Teníamos frente a nosotros, en la zona del altar al exterior de la iglesia, la rueda de la vida movida por ángeles junto al demonio que con su guadaña acaba lanzando a los pecadores a un monstruo. Casi tan conmovedor como el del monasterio de Troyan.
Las pinturas fueron realizadas por Zahari Zograf, pintor decimonónico que introduce estas escenas infernales en los templos del resurgimiento nacional, que ponen el vello de punta.
El monasterio se adapta al llano que regala el precipicio por lo que cambia la estructura típica de los monasterios búlgaros, donde todas las instalaciones envuelven a la iglesia aparentando más un fuerte que un lugar de recogida. Preobrazhenski en cambio, tras su puerta de entrada, nos muestra la iglesia encajada entre la pared y la pendiente, que le protegen en esos lados, y el resto de instalaciones dispuestas en el espacio llano, la mayoría casi esculpidas en la pared, como refugiándose de la posible caída de piedras. Estos potenciales y peligrosos desprendimientos son palpables en las dos enormes rocas a ambos lados de la iglesia. Una de ellas rodando descontrolada bien podría arrasar el campanario y toda la construcción.
En el interior volvimos a deleitarnos con esas pinturas típicas ortodoxas. Esta vez el monje, tras pagar unas pocas levas por la entrada, nos dio permiso para fotografiar y filmar a discreción. No nos lo podíamos creer, era el primer templo búlgaro en el que podíamos hacer de turistas tranquilamente. Las pinturas estaban siendo restauradas y pudimos ver las diferencias entre unas pinturas recientes y otras ya tocadas por el paso del tiempo y sobre todo de la acción del humo de las muchas velas.
Caminando muy poco tras las instalaciones de los monjes, en dirección opuesta a esta iglesia, encontramos otro templete pequeño y cerrado, con el cementerio de los monjes en el espacio trasero. Bajando al piso inferior de la pequeña iglesia encontramos una puerta abierta y en su interior pequeños cofres y sarcófagos, así como cráneos y huesos humanos. Un poco macabro. Suponemos que eran huesos de monjes muertos y desenterrados.
Y este es uno de mis rincones favoritos de este país, espero que al verlo os dé ganas de descubrir Bulgaria, como me pasó a mí.