Monsaraz

Siempre se ha dicho que las mejores cosas son las que no se planifican. En los viajes muchas veces pasa eso. Uno se encuentra, casi por casualidad, con algún lugar que no esperaba y que no estaba incluido en su ruta inicial y ese se convierte en un momento memorable.

Me pasó algo parecido con Monsaraz. En principio, la visita a este pueblo no estaba en el cuaderno de ruta. Sin embargo, se acercaba la hora de comer, el calor apretaba y el desvío que indicaba el lugar, además señalaba restaurante. Giramos, salimos de la carretera principal y a lo lejos, en lo alto de una colina, ahí se encontraba el castillo marcándonos la dirección.

Monte Xaraz, o Monte Jaras, es el origen de Monsaraz, un pueblecito del Alentejo que sobre una colina resplandece con una blancura infinita. Quienes han recorrido la región del Alentejo interior, dicen que de sus pueblos, Monsaraz es, además del mejor conservado, el más precioso. Yo coincido; recortado entre la piedra oscura de sus murallas y el cielo azul alentejano, es bellísimo visto desde lejos, e inolvidable al traspasar sus puertas.
La alta colina sobre la que está la villa, sus impresionantes vistas del río Guadiana y de la planicie quieta que la rodea, hicieron que fuera habitada desde tiempos prehistóricos. Debe de haber sido considerada mágica, porque está rodeada de impresionantes menhires (el de Oureiro roza los 6 metros de altura), dólmenes, y sepulturas colectivas.

Monsaraz es una pequeña aldea, perteneciente al municipio de Reguengos de Monsaraz en el corazón del Alentejo.
Se levanta sobre un promontorio, dominando la planicie alentejana y el valle del Guadiana, muy cerca de España.
Rodeada de murallas, con sus iglesias y el castillo, esta pequeña aldea de casas blancas, perfectamente encaladas parece mantenerse aislada en el tiempo.
Dejamos el coche fuera de la muralla y dimos un paseo por sus calles encantadoras, contemplando las casas y la gente. Comimos en un restaurante muy chulo, con magníficas vistas y platos típicamente alentejanos, donde el dueño se peleaba con los clientes que querían traer a su pueblo el estrés de la ciudad.

No tenia ni idea de este pueblo de Portugal, pero después de leer un relato de un viajero en autocaravana me decidi a visitarlo y conocer algo más de la zona.
Tiene una zona donde poder pernoctar con la autocaravana y disfrutar de unas vistas maravillosas sobre el pantano más grande de Europa, el pantano de la Alqueva. Dispone de una oferta gastronómica más que aceptable y en los alrededores se pueden visitar restos prehistóricos de menhires y dolmenes, sin olvidar las bodegas de vino alentejano, muy cerca, en Regengos de Monsaraz.

Este es uno más de los pueblos amurallados alentejanos pero con la diferencia de sus preciosas vistas sobre un embalse que recoge las aguas del río Guadiana y que se ilumina cada tarde a la puesta de sol con mil tonalidades. Por otro lado, pasear por sus calles y entrar en su castillo nos hace retroceder hasta épocas pasadas.