Del sabor de Abantos a la excelencia nacional
Se encuentra en el centro del pueblo de San Lorenzo de El Escorial, junto al antiguo cine de variedades. Un rincón que no llama la atención, hasta que cruzas su gran puerta de cobre. Dentro comienza una auténtica ruta de sabores con el menú degustación, que puedes elegir entre corto, largo y XL. Entre sus aperitivos destaca la explosión de sabor en tan sólo un bocado, y entre los primeros platos me quedo con los que me llevaron al mar a través del paladar, (era temporada de erizos, y se notaba). Cada mordisco lo acompañamos de un vino distinto (el maridaje es realmente sorprendente, pero creo que el truco está en mojarse los labios, y no intentar beber hasta las 10 copas de vinos distintos que ofrece el maridaje). De los platos principales me quedó con aquella bola que confinaba todo el sabor de un guiso de ciervo.
Y para el menu XL el punto final es su especialidad de callos, cocinados durante 3 días. Sin excentricidades en este plato tradicional, sencillamente buenísimo. Por supuesto terminas con caprichos dulces, el estado puro del chocolate, y una tabla de quesos de la zona y alrededores.
¡Ah! Si hubiese tratado de adivinar los ingredientes o la cocina de cada plato, no hubiese acertado ni con el pan (era de puerro, del Obrador de Abantos, una panadería a pie de calle en el centro). Todo te lo cuentan el servicio para conocer de lleno su historia, su bien pensada elaboración, su diseño (el plato también está elaborado en la tienda de cerámica del centro del pueblo) . Al igual que el vino, (algunos no parecían ni vino, pero que delicia).
Después de hacer varias rutas por mi querida Sierra de Guadarrama, y estar ahora tan cerca del Monte Abantos, era una (exquisita) obligación probar un restaurante estrella michelin como el Montia. Y puedo decir habiendo degustado su menú, (y con mi pequeña experiencia en otros restaurantes estrella) que Montia pertenece al monte, está repleto de matices de su tierra cercana.


