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Monumento a las Cigarreras

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Las tres rosas

Un buen día, andando junto al Palacio de Congresos de Cádiz, casi tropiezo con un conjunto escultórico. Me aparté y seguí mi camino sin hacerle mucho caso, y allí sigue sin que casi nadie le haga caso. Tan sóolo una vez al año, en estos días de julio un grupo de nostálgicos de la CNT y algunos republicanos recorren los rincones que han quedado impregnados con su historia.

Es un monumento simplón, esculpido por un artista de gran prestigio en su época, Celso Escamilla. No pone la fecha de inauguración pero el estilo es inconfundible. El realismo a la zona sur de España llegó entre las décadas de los 60 y los 70 originando intensos debates en las tertulias de la época entre el arte con mensaje social y el realismo apolítico. Celso Escamilla, como buen adepto al régimen político, creó una obra con carácter acento político pero en estilo apolítico, que ni es ni no es.


El realismo se caracteriza por sus elementos diferenciadores, el detallismo y el movimiento, pero es un estilo sin sensaciones, sin corazón. El diseño elegido parece una broma macabra y se presta a confusión porque si alguna historia se asocia a las cigarreras de Cádiz son las tres rosas gaditanas que fueron fusiladas en 1936 tras décadas de lucha obrera, y no esta aprendiza de cigarrera siendo enseñada por una maestra cigarrera.

La Real Fábrica de Tabacos fue fundada por Felipe V en 1741 para acoger en un edificio adecuado el liado de tabacos que se hacía en un caserón frente ala entrada del Puerto. El caserón se derribó y se erigió en su lugar el actual Palacio de la Aduana y enfrente la Real Fábrica en estilo neomudejar, es decir, ladrillo visto y cierta apariencia neoárabe.
La nómina saltó de 180 operarias a 550 antes de acabar el siglo y fue subiendo paulatinamente hasta alcanzar casi las 4000 cigarreras.

Eran la alegría de Cádiz, la industria más importante entonces y la que mantenía a la mayor paté de la pobl
ación. Cádiz olía a Cádiz, al pasar el puente Carranza olía a Cruzcampo (ahora una escuela de vela) y al llegar al Puerto a tabaco a risas femeninas.

Ese Cádiz ya no existe y si Astilleros aún mantiene su ocupacón ha sido tras grandes batallas callejeras que algún día narrar´porque estvçuve en primera línea.

El impulso económico de las Cigarreras elevó el nivel de vida de la ciudad que se llenó de instituciones y colegios de todo tipo.

La Fábrica llevó una vida azarosa hasta que en 1887 llegó a su máximo de ocupación y de producción, con la fábrica más moderna de España. Pero al mismo tiempo comenzó su declive al disminuir la demanda. Paulatinamente los despidos se convirtieron en habituales y las condiciones de trabajo fueron empeorando. Actualmente sólo quedan 67 cigarreras.

No fue un proceso sencillo sino traumático, en el que destacaron una serie de mujeres en la defensa de sus derechos. Las líderes sindicales eran: Amparo García Cano, Antonia Cabañas Casanas y Francisca Torres Fernández. Las tres afiliadas en la CNT y las tres luchadoras en todo tipo de movimienos feministas, incluso se cuenta que Amparo era capaz de tocar la guitarra y la bandurrria, entonces prohibidas a las mujeres.

Las tres rosas de Cádiz, las tres líderes cigarreras, fueron fusiladas el 20 de ocubre de 1936 en la fachada de la Plaza de Toros, actual Plaza Asdrúbal. Con aquellas balas pretendieron ocultar su recuerdo, su lucha; incluso con este Monumento tan absurdo donde se conmemoran años de lucha laboral pero se olvidan a las máximas protagonistas de esa lucha.

Ojalá un ayuntamiento menos apegado a las ideas franquistas se acuerde de las tres rosas, de esos tres ejemplos de mujer gaditana, y sustituya ese soso monumento por uno que recuerde a quien lo vea la historia real de Cádiz, de ese Cádiz que día a día va desapareciendo entre la globalización y el olvido.
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