Jerez de la Frontera arde cuando llega...
Jerez de la Frontera arde cuando llega un gran premio de motociclismo. Esta ciudad tiene una gran afición por las motos y durante muchos años ha habido carreras en el circuito urbano de Duque de Abrantes y en el polígono industrial de El Portal. Del primero recuerdo cómo nos poníamos cerca de las tapas de alcantarillas para contemplar cómo las esquivaban los pilotos, a veces con maniobras inverosímiles. Del segundo recuerdo cómo nos colábamos, a base de tirar las vallas y mientras la seguridad rechazaba la invasión de un centenar se entraba en masa por otro lado. También cómo el resto del año hacíamos motocross por aquellos cerros, esquivando cabras y zanjas que no sé cómo no nos matábamos.
Y llega un gran premio y la carretera de Arcos, donde está el Circuito, se llena de motoristas camino de Jerez. Y la muchachada sale a verlos pasar y a disfrutar del ambiente. También Pedro Pacheco, alcalde la ciudad desde la democracia hasta hace seis años, quiso unirse a la fiesta y encargó un gran monumento al motero.
Entras en Jerez desde Arcos de la Frontera, desde el Circuito que se halla en Torremelgarejo a ocho kilómetros de distancia, y nada más llegar te ves obligado a cruzar una rotonda. Dos rotondas después llegas al Monumento al Motorista, que está ubicado de frente al visitante.
Pertenece a la misma época y al mismo estilo que la mayoría de estatuas que se colocaron en rotondas en aquellos años de final de la década pasada. En la mayoría de los casos la oxidación del hierro es visible, aunque en esta no se siente ese defecto visual, pero parece ser que es un efecto buscado como recurso artístico. Pertenece, como las demás, al simbolismo contemporáneo, donde el escultor pretende no dibujar el contorno físico de lo representado sino transmitir a través de unos rasgos básicos.
Desde lejos pareces estar viendo una gran moto, cuando te acercas puedes comprobar que el tamaño del motorista y su vehículo es prácticamente un poco más del natural, pero que debajo saliendo de la misma motos hay como dos patas enormes que a mí me recuerdan a los de los saltamontes.
La composición está rodeada de arbolitos y arbustos que conforme van creciendo la van tapando. Con el tiempo si no cuidan ese detalle sólo será visible de frente, aunque quizás eso sea lo que pretendan, que sea un saludo de motero a motero a quienes vienen a visitarnos.
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