Amanecer en Morea
MOREA es la isla gemela de Tahití, además están juntas la una con la otra, solo les separa por un canal de 17 kilómetros. Para acceder a Morea a menos que se llegue con uno de los cruceros que atracan en la Bahía de Cook, se hace por medio de un catamarán de línea regular que une Tahití con Morea.
Así como Tahití es eminentemente comercial, la despensa de las islas, Morea es turística e industrial.
En Morea es donde se encuentran las factorías de elaboración de bebidas y de zumos tropicales cuya producción surte a toda la Polinesia. Por lo tanto es rica en árboles de frutas tropicales, sobre todo de la piña o ananás.
Morea está dotada de una espectacular belleza, playas casi vírgenes de arena blanca, exóticas, limpias, con palmerales. Es una de las islas más bellas del Pacífico.
Dispone de una importante infraestructura hotelera.
Uno de los mayores atractivos es acercarse con lancha a la Bahía del Capital Cook de singular belleza, rodeada de vegetación tropical. Casi siempre en la Bahía se encuentras atracados grandes cruceros que hacen la ruta por el pacífico, estos cruceros hacen escala en Morea y pasan un día visitando la isla y disfrutando de la organización de los hoteles que les preparan exóticos espectáculos de bailes tahitianos, confección de artesanías, concurso de pareos, etc.
Es interesante adentrarse al interior de la isla por la carretera Beldevéere, se llega atravesando unos frondosos bosques a unos lugares arqueológicos. Se puede ir hasta el pie del Mont Rotui la montaña más elevada de todas las islas, 899 m.s.m, desde allí se divisa una panorámica única, el color azul esmeralda del mar, y los atolones muy bien definidos desde aquella altura.
Es también interesante, además viene de paso, visitar Tiki. Se trata de la recreación de un pueblo polinesio antiguo.
Templo Morae Turoa, parece ser que lo que da nombre a la isla.
Los hoteles son un sueño, la disposición de las habitaciones es en horizontal, es decir tipo bungalow, rodeados de jardines de flores, aves tropicales, el paraíso.
La animación en los hoteles gira en torno a las costumbres polinésicas, confección y colocación de pareos, productos de aloe, etc. Representación de una boda típica con sus bailes y sus fiestas, se culmina con una cena al estilo polinésico que consiste en enterrar un lechón sobre unas brasas y se va cubriendo de diferentes capas de verduras y de plantas aromáticas ,protegidas con unas telas hasta quedar completamente enterrado, el resultado es un suculento manjar.
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