Marrakech está rodeada por una muralla coronada por torres a lo largo de 19 kilómetros.
Están hechas de adobe y tienen un color rojizo muy característico de las construcciones de esta ciudad. Las zonas más bonitas son las del barrio del Hivernage y el zoco de Bab-el-Khemis.
En el camino también os encontraréis con el jardín del Agdal.
Las murallas de Marrakech miden 10km en total, y su altura varía entre 6 y 9 metros. Marrakech es la ciudad entrada al desierto. Llegaban las caravanas y los grupos de beduinos para hacer negocios, trayendo plata, joyas, esclavos de África occidental, y se llevaban animales y comida. La ciudad roja como le decían, era próspera y la necesidad de construir una muralla se hizo sentir desde las primeras horas. Las paredes tienen hasta dos metros de espero, y las puertas imperiales marcan las entradas principales de la ciudad. Por ejemplo, Bab Doukkala, Bab Aghmat o Bab Agnaou merecen una visita. Son puertas muy finas, esculpidas con caligrafía árabe, y en buen estado todavía.
Cuando el taxi nos llevó del aeropuerto hacia el riad, vas por la avenida Mohamed, bastante grande y amplia, y de repente te encuentras la muralla, roja, enorme. El primer impacto visual de la medina.
Tiene 19 kms de perímetro y 8 m de altura. Tiene un color rojizo que evoca los colores del desierto.
Al atardecer, con la puesta de sol, se pone de un color rojizo precioso.
Tuvimos que esperar un buen rato para cruzar.
